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Institucionales

Yo soy libertad: cuando la creación y el arte traspasan los límites

La Dra. Lorena Pastor, docente del Departamento de Artes Escénicas, nos cuenta sobre esta experiencia que ha permitido integrar a internos e internas de penales en un proyecto que representa un espacio “de creación escénica desde historias de vida, y desde un lugar de enunciación crítico, reflexivo y sensible”.

Vicerrectorado de Investigación
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¿En qué contexto y cómo surge Yo soy libertad?

Trabajar con jóvenes que se encuentran privadas y privados de su libertad, como consecuencia de haber cometido un delito, fue la idea primigenia que germinó en una actividad académica propuesta por la Especialidad de Creación y Producción Escénica de la Facultad de Artes Escénicas -Fares. Nos interesa el universo juvenil, ya que es una etapa en la que se construye un proyecto de vida presente y hay un horizonte hacia el futuro. Lleva ya ocho años de vida ininterrumpida, a excepción del 2020, por la pandemia.

¿Por qué era importante realizar este proyecto con jóvenes internos?

Hay un importante porcentaje de población penitenciaria que ingresa a los 18 o 19 años para cumplir condenas de 6 a 8 años. Como artistas e investigadoras  nos interesa construir espacios de creación escénica desde esas historias de vida, y desde un lugar de enunciación crítico, reflexivo y sensible. 

¿Y qué se busca con esa construcción?

Generar vínculos afectivos desde el cuerpo y la performance entendida como acción estética y poética con poder constitutivo. Actualmente, trabajamos con jóvenes del Establecimiento Penitenciario (EP) Castro Castro y el E.P Callao, a través del programa INPE – Conecta. Se trata de clases dictadas mediante el Zoom.

¿Cómo abordan el proceso creativo como parte del proyecto? 

Con diversas técnicas desde las artes escénicas, que tienen un carácter interdisciplinar. Y tenemos al cuerpo como principal eje para la creación y el vínculo. Cada proceso es particular, responde al presente del grupo, a sus preguntas e inquietudes. Nos interesa ese proceso. Para ello, echamos mano de diversos detonantes creativos: cartas, canciones, pinturas, imágenes, historias. Y es a partir de lo que va emergiendo en el espacio escénico con lo que vamos construyendo la ruta de indagación. El hecho escénico es el devenir de experiencias estéticas compartidas, de intereses y búsquedas comunes. Todas y todos, desde nuestros lugares en el proceso, formamos parte de la experiencia.

¿Cómo es la dinámica del trabajo con los internos?

Es una dinámica que parte de una mirada empática. Partimos del principio de entendernos como un grupo, una comunidad de creadores y creadoras con una ética del cuidado y con la apertura de vivir el arte como una experiencia de vida, y no como un instrumento o una herramienta con fines extractivistas. El arte escénico en este espacio construye pensamiento, reflexión, vínculo y experiencia de vida, tanto de manera individual como colectiva.

¿Podemos hablar también de un resultado académico? 

Hemos logrado generar reflexión académica, ya que se ha constituido como un proyecto de investigación – creación, que pone en circulación sus resultados a través de tesis, artículos, conferencias, conferencias performativas y, por supuesto, obras artísticas.

¿Cómo ha sido el desarrollo del proyecto a lo largo del tiempo?

Se renueva y fortalece año a año, debido al impacto que tiene en diferentes ámbitos. El proyecto ha crecido y se ha consolidado como un espacio de investigación – creación, sumamente provocador y pertinente. Tanto en una dimensión artística como social. Nos preguntamos acerca de por qué el grueso de la población penitenciaria es joven y proviene de zonas de pobreza y pobreza extrema. Qué encarnan esos cuerpos, en tanto situados en este país, en ese espacio. 

Y ese desarrollo, o devenir, ¿ha gestado productos concretos?

Tenemos un repertorio de obras con temas diversos, formas diversas de ser representadas, en distintos espacios, desde los penales hasta los teatros. Hemos tenido y tenemos la oportunidad de compartir nuestros aprendizajes en espacios artísticos y académicos nacionales e internacionales. El proyecto, además, tal y como comenté, logra generar una comunidad humana intramuros y extramuros, con los jóvenes que salen de los penales, basada en el afecto, el cuidado, la sensibilidad: un grupo de soporte. A lo largo del tiempo, además, hemos podido consolidar nuestra relación institucional con el INPE y expandir nuestro campo de acción a diversos Penales: Ancón II, Virgen de Fátima, Miguel Castro Castro y Callao.

¿Cuál es la situación actual del proyecto?

Estamos cerrando nuestros talleres 2021 que, por primera vez, realizamos de manera virtual en los penales Miguel Castro Castro y Callao, a través del programa INPE – Conecta. El taller se ha desarrollado en simultáneo con ambos grupos y han participado 46 jóvenes. Hemos creado la obra escénica audiovisual Creando un nuevo ser, con ritmo y corazón que compartiremos con la comunidad para cerrar este año. El siguiente año retomaremos un proyecto de investigación-creación de más largo aliento.