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Institucionales

Transferencia de conocimiento: robots que colaboran en la industria

Las dos patentes otorgadas por la PUCP a la empresa Tumi Robotics son un ejemplo sobre cómo las universidades, a través de la innovación y el desarrollo tecnológico que generan, se vinculan con el sector privado.

Vicerrectorado de Investigación

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Nuestra Universidad, gracias a la labor que realizan los investigadores, es, por excelencia, un centro generador de conocimientos. Y, en ese sentido, el compromiso es volcar toda esta producción académica hacia diferentes sectores de la sociedad e impulsar el desarrollo del país.

En esa línea de trabajo de la PUCP, aparece Tumi Robotics, emprendimiento empresarial que se encarga de “brindar soluciones robóticas e inteligencia artificial en espacios de minería subterránea o de tajo abierto, también inspeccionan túneles y ductos, e identifica riesgos de caída de objetos, inundaciones u otros desperfectos”, señala el Mag. Francisco Cuellar, CEO y cofundador de la mencionada empresa.

Cuellar, quien también es docente del Departamento de Ingeniería, relata que la experiencia empresarial, que entra en funciones el 2017, “nace del resultado de algunos desarrollos tecnológicos en la PUCP como proyectos de investigación y de haberlos llevado al mundo del emprendimiento de los startups para generar servicios con clientes de la minería”.

Cuenta que posteriormente, durante sus estudios de la Maestría en Gestión y Política de la Innovación y la Tecnología en la PUCP, coincidieron dos temas sustanciales: los capitales de riesgo, y la comprensión de la importancia de las licencias y las patentes. Ese hecho fue, para él, un punto de quiebre.

En ese camino, en julio de este año, se firmaron dos contratos de licenciamiento entre la PUCP y la empresa Tumi Robotics por la cesión de derechos de dos tecnologías desarrolladas en la Universidad.

La primera patente es de un robot submarino y la segunda es de un bote para monitoreo de cuerpos de agua continentales, lagunas y bofedales. Ambos productos, en palabras de Cuellar, “le brindan más valor a la empresa y son atractivos para los inversionistas”. Ahora se espera que, gracias a estas dos patentes, la oferta de la empresa se fortalezca.

La transferencia

La Ing. Lizeth López, de la Oficina de Innovación de la Dirección de Fomento de la Investigación (DFI) del VRI, explica que esta dinámica entre la Universidad y la empresa configura lo que se denomina como transferencia de conocimiento, “que es un proceso por el cual la PUCP traslada los diferentes resultados que se han generado de los proyectos de investigación, de innovación y de desarrollo tecnológico a la sociedad, al sector productivo y al Estado”.

En ese sentido, desde la DFI, continúa López -quien es coordinadora del área de Transferencia de Conocimientos de la mencionada oficina-, se brindan herramientas, tanto a los investigadores, innovadores, docentes de la Universidad, alumnos y personal administrativo, para que sepan cuáles son los medios con los que se transfieren los resultados de sus proyectos.

Asimismo, señala que, hoy en día, la Universidad tiene tres formas de hacer transferencia de conocimiento: “A través del licenciamiento; la creación de spin-off o, en español, empresas de base tecnológica; o cualquier otro medio por el cual nos podamos vincular con las empresas”.

En la actualidad, relata López, la PUCP posee más de 100 proyectos de innovación universidad-empresa.

¿Qué beneficios puede traer este vínculo universidad-empresa?

Francisco Cuellar lo resume así: “Se solicita a la Universidad la licencia para utilizar esas patentes, esta concede la licencia para explotar ese conocimiento a cambio de regalías”. Y lo grafica mejor: el esfuerzo realizado por la Universidad al invertir en investigación obtiene un retorno y eso lo reinvierte en más investigación. “Es un círculo virtuoso que vale la pena promover”, sentencia.

“Muchas empresas han podido mejorar su nivel productivo, han podido solucionar problemas que tenían o han podido aprovechar oportunidades de negocio para expandirse, para abrirse a nuevos mercados”, responde, por su parte, Lizeth López.

Como ejemplo nos recuerda a MASI, el respirador artificial, para el cual se unieron Universidad, empresas y Estado con el fin de generar una tecnología.

“La sociedad y el mundo se enteran de que somos capaces de desarrollar tecnologías y de solucionar un problema, como la falta de respiradores en el país”. Desde esa experiencia, se han tomado y atendido lecciones “para, precisamente, abrir el camino para que otras tecnologías sigan ese rumbo y puedan brindarse a la sociedad”, finaliza López.

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