GAMARRA COMO SALÓN DE CLASES
Un grupo de estudiantes de la Facultad de Gestión y Alta Dirección participó en un intercambio de conocimiento y experiencias en el emporio comercial más grande del país. El objetivo: diseñar propuestas estratégicas que respondan a problemas y contextos reales de cinco empresas, aplicando en el terreno lo que se aprendió en las aulas. Esta experiencia se desarrolló en el marco de Sí Textil, una iniciativa del VRI que busca fortalecer la vinculación entre la universidad y el sector empresarial.
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¿Y si lo que aprendes en clases pudiera impactar directamente en el crecimiento de una empresa? ¿Estarías listo para salir del aula y enfrentarte a los retos del mundo empresarial en una realidad tan retadora como la peruana? Los estudiantes del curso Plan de Marketing, del séptimo ciclo de la Facultad de Gestión y Alta Dirección, dijeron que sí a todo. Aceptaron el desafío y, bajo la guía de la profesora Rosa Guimaray, pusieron sus conocimientos al servicio de cinco empresas del sector textil del emporio comercial de Gamarra.
Fue así que, a lo largo de este semestre, trabajaron de la mano con los empresarios, visitando los talleres y tiendas, realizando entrevistas y encuestas a los clientes para conocer en profundidad las oportunidades de mejora de cada negocio, entendiendo el entorno y desarrollando planes de marketing con una visión estratégica. Todo con el propósito de ofrecer soluciones concretas que contribuyan a fortalecer el posicionamiento y la competitividad de estas empresas en el mercado.
Un vínculo de confianza
Para la profesora Guimaray, con esta iniciativa, los alumnos también han podido poner en práctica sus habilidades de comunicación eficaz y fortalecer la empatía con su entorno, acercándose a la problemática que viven los emprendedores en el contexto peruano. “Esto los llevó a aplicar sus conocimientos en una realidad desafiante. Los empresarios, por su lado, recibieron los resultados de la investigación y las propuestas de los alumnos, para que puedan ser aplicados en su empresa”, señala.
Este intercambio de saberes y aprendizajes fue posible gracias a las coordinaciones de la profesora Guimaray, quien desde 2024 contactó a miembros del gremio de Gamarra y les presentó la propuesta. El interés fue inmediato y en marzo de 2025 comenzó la colaboración. Para junio, los empresarios asistieron a la PUCP para conocer los resultados finales y recibir las propuestas directamente de los equipos. En las fotografías que se hicieron ese día, todos –alumnos y empresarios– aparecen sonriendo, alegres y satisfechos. No es para menos: juntos han construido, además de un sistema de beneficios mutuos, una relación de confianza profesional y personal.

“Los estudiantes pudieron aplicar sus conocimientos en una realidad desafiante. Los empresarios, por su lado, recibieron los resultados de la investigación y las propuestas de los alumnos, para que puedan ser aplicados en su empresa”.
Aprender en la cancha
Esa satisfacción por el trabajo bien hecho se refleja en el testimonio de la alumna Fiorella Bruno. Ella trabajó con Bnedicta, una firma de moda femenina que destaca por diseños que combinan versatilidad y sofisticación. Según cuenta, colaborar con esta empresa ha sido una oportunidad para descubrir que detrás de cada marca hay una historia y un propósito que dan sentido a las decisiones que se toman. “Aprendí que una marca no solo vende productos, sino que comunica valores, construye vínculos y genera experiencias. Por eso, ser coherente con su esencia y conectar auténticamente con el cliente es lo que realmente marca la diferencia”, comenta.
De igual modo, la alumna Francesca Urteaga menciona el valor de haber tenido un contacto directo con Virtuosa, otra marca de ropa para mujeres, y con las personas que la lideran. También subraya el trabajo de investigación que realizó junto a su equipo para conocer las preferencias y necesidades de nuevas y potenciales clientas, lo que culminó en la creación de una propuesta de colección juvenil: Transiciones. “Uno de los momentos más significativos fue visitar el atelier. No solo fue emocionante estar en un espacio diseñado para la innovación dentro de un ecosistema tan tradicional y vibrante, sino que también me permitió ver de cerca el enorme esfuerzo que hay detrás de cada prenda, desde el diseño hasta la confección”, recuerda Francesca.