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Institucionales

El archivo de Blanca Varela y el proceso de creación

La Dra. Ana María Gazzolo, docente del Departamento de Humanidades, nos cuenta sobre los desafíos que tuvo que enfrentar para organizar el acervo documentario de una de las más grandes poetas iberoamericanas. Además, explica detalles inéditos sobre el proceso creativo de Varela que han sido reunidos en un libro, próximo a ser publicado por el Fondo Editorial PUCP.

Vicerrectorado de Investigación

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“A mí siempre me han interesado los manuscritos”, confiesa la Dra. Ana María Gazzolo, docente en el Departamento Académico de Humanidades, y esa oportunidad se la ha brindado el archivo Blanca Varela, que le ha permitido dialogar con sus papeles y sumergirse en el complejo universo del proceso creativo de la poeta.

Gazzolo narra que su primer contacto con el archivo Varela se gesta cuando desde la Casa de la Literatura Peruana, a fines del 2016, le solicitaron organizarlo.

El archivo lo entrega la familia, concretamente su hijo, para una exposición preparada por la Casa de la Literatura Peruana y esta entidad ofrece preservarlo porque, como bien dice Gazzolo, “en un clima como el de Lima los papeles se amarillean, se honguean, o se pican”.

“Es un archivo en donde prácticamente no hay textos fechados. Recuerdo, ocasionalmente, haber fechado un texto inédito que estaba escrito al reverso de un comprobante de farmacia de Madrid”.

Dos reproducciones de papeles manuscritos de Blanca Varela. El primer texto, primera versión de «Escena final», pertenece a Ejercicios materiales. El segundo es parte de El libro de barro.

También encontró libretas con textos poéticos que venían precedidos de una página en donde la poeta hizo cuentas para un viaje, lo que le permitió darle una fecha aproximada a dichas anotaciones; de allí la complejidad de organizar un archivo desordenado, no necesariamente por responsabilidad de Varela, sino debido a circunstancias diversas y porque muchos papeles estaban sueltos.

El catálogo

La primera etapa del trabajo que la investigadora propuso a la Casa de la Literatura Peruana fue la elaboración de un catálogo. La tarea le llevó más de un año. Desde finales del 2016 hasta el 2018. Numeró, tituló y clasificó los textos, los dividió en conjuntos, y los describió uno a uno. “En la descripción podía entrar una hipótesis sobre su clasificación o, digamos, su localización en relación con algún poemario y con alguna fecha aproximada”, refiere.

“En ese camino de la catalogación, fui encontrando varias versiones de poemas ya publicados; me pareció, entonces, muy interesante hacer un segundo trabajo”, continúa con su narración.

La finalidad fue organizar el archivo que contara con un catálogo para la orientación del investigador que más adelante pudiera tomar contacto con ese acervo documentario. Para que cuando se encontrara con un fragmento y no supiera dónde ubicarlo, tuviera la posibilidad de acudir al catálogo, y por lo menos, encontrar una guía para su investigación.

Cuando terminó el catálogo y lo entregó a la Casa de la Literatura Peruana, les propuso un trabajo que se ha convertido en un libro sobre el proceso creativo de Blanca Varela, que será editado y publicado por el Fondo Editorial de la PUCP.

El proceso creativo

“Me pareció muy interesante observar el proceso creativo a partir de determinados poemas que considero simbólicos, representativos. Ver cómo y de qué había partido, y a qué había llegado. Cómo eliminaba palabras, cómo al principio escribía casi de manera automática en buena medida, cosa que yo no pensaba. Eso hizo que modificara la visión que tenía de su poesía. Porque su poesía caminó siempre hacia lo sucinto, hacia lo concreto. Y uno tiene la impresión, cuando lee un poema terminado, que, bueno, pues, así salió, ¿verdad? Y en algunos casos, ni remotamente había surgido así. Había surgido de un desahogo, por ejemplo. Pero con mucha conciencia de lo que es escribir poesía empieza a cortar, a cortar, a cortar, a cambiar. Es ese proceso que analizo tomando algunos casos el que da lugar al libro próximo a publicarse”, cuenta.

“A mí siempre me ha interesado trabajar con manuscritos, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo. Generalmente, la obra de un escritor, sea narrador o poeta, es leída por críticos y teóricos de la literatura que lo que hacen es clasificar de alguna manera lo que a veces es muy ajeno a lo que el escritor puso en el libro,” dice. “Parten de una teoría determinada”, agrega, “se acercan con ese sustento teórico a un libro, y terminan demostrando lo que quieren demostrar”.

La docente considera que este acercamiento a la creación es el más auténtico en relación con el trabajo mismo del escritor y es un aspecto que a ella le interesa particularmente. “Porque un crítico o un teórico generalmente se dedica a la obra terminada, no quiere saber nada del proceso anterior. Obviamente, eso le causaría problemas de interpretación del texto. Es, digamos, más tranquilizador para quien hace un trabajo teórico, no ver las variantes, no ver cómo ha fluctuado el proceso de creación”, completa.

“Lo que me interesa es eso, ese crecimiento, esa evolución. De qué manera eso me dice algo más de lo que es la escritura. No solo lo que es la escritura de alguien, sino de lo que es el fenómeno de la escritura como una producción artística. Si pudiéramos ver también las etapas de un cuadro, las etapas de una escultura o de una pieza musical, sería también muy interesante ver cómo va evolucionando”, explica Gazzolo.

La tercera etapa

La tercera etapa del trabajo de la profesora Ana María Gazzolo tendrá que ver, se proyecta, con los textos inéditos, porque a la vez que trabajó en el catálogo, encontró y separó algunos textos inéditos, incompletos unos (que no cree que deban publicarse, pero que pueden servir para un estudio) y terminados otros.

Gazzolo informa que Varela, hasta donde sabe, nunca manejó la computadora y, sin embargo, dichas copias están impresas. Su nuera, María del Carmen Ghezzi, le contó que ella le pasaba en limpio algunos poemas en la computadora, ya en su etapa final. Si no recuerda mal, dice, hay seis o siete poemas terminados que ella no publicó y que forman parte del conjunto llamado El falso teclado.

Por qué Blanca Varela

Ana María Gazzolo empezó a trabajar en la obra de Blanca Varela en la época en que hacía periodismo cultural a mediados de los años ochenta. En 1986, cuando Varela publica la primera versión de su obra reunida con el Fondo de Cultura Económica de México, le regala su libro, hace una nota para la revista Oiga, y se queda con las ganas de escribir más. Al poco tiempo, deja la revista e inicia sus colaboraciones con la revista española Cuadernos Hispanoamericanos, en donde publica su primer trabajo extenso sobre la obra de Blanca.

“Luego de su muerte, en 2009, lo que queda muy claro es que la huella de Blanca Varela en la escritura del Perú ha dejado una marca profunda”, dice Gazzolo. Así lo demostraron los dos premios que recibió antes de morir: el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

“El reconocimiento internacional le fue llegando y fue muy categórico al final de su vida”, remarca. “Ella formaba parte de una generación en la que prevalecen los poetas. Es la generación llamada del 50, denominación con la que yo personalmente no estoy de acuerdo porque muchos de esos autores empiezan a escribir y a publicar en la década del 40”.

Sobre Varela, cuenta que “empieza a destacar por un lenguaje muy personal. Y no se puede decir que los otros autores no hayan sido importantes. Es una generación que ha producido la poesía de Sologuren, de Eielson, de Alejandro Romualdo, y así, muchísimos más. Fue muy rica en poesía. Y ella ocupa en la misma un lugar destacado”.

Y hace una salvedad: “No lo ocupa por ser casi la única mujer. Porque desde los setentas se trató de separar la poesía de mujeres y la poesía de hombres, como si hubiera que hacer compartimentos separados, cuando a mi modo de ver, y para muchos, la poesía es una sola; puede tener características de lo femenino, características de lo masculino, en la temática, en el modo de abordar el lenguaje, pero la poesía es una; y ella, en ese mundo de mayoría masculina, tiene un lugar destacadísimo porque crea un lenguaje absolutamente personal”.