Entre transformaciones, sociedad y fotografía comunitaria

El Mag. Ángel Colunge, docente del Departamento de Comunicaciones, presentó Tafos en formación, un fotolibro que es el resultado de un proceso de investigación y recolección de testimonios y miradas de un proyecto fotográfico que retrató nuestro país, desde una mirada comunitaria, entre 1986 y 1998. El proyecto fue uno de los ganadores del Concurso Anual de Proyectos del VRI, modalidad Investigación-creación.

26/03/2024

Los años 80 marcaron una etapa de convulsión social y violencia en el país. En ese periodo, la pareja de esposos alemanes Thomas y Helga Müller impulsaron Tafos (Talleres de Fotografía Social). El proyecto integró a cerca de 200 fotógrafos cuyo legado está representado entre 150 y 200 mil fotografías. En 1998, se decide poner fin a los talleres y escogen a la PUCP para que sea la entidad que resguarde el archivo documental y fotográfico a través de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación. 

Justamente, el Mag. Ángel Colunge, docente del Departamento de Comunicaciones, desarrolló, sobre la base de ese archivo, el fotolibro Tafos en formación, que es uno de los proyectos ganadores del Concurso Anual de Proyectos del VRI, modalidad Investigación-creación. Para ello, Colunge integra las miradas de los fotógrafos de talleres de El Agustino, en Lima; Ocongate y Guamán Poma, en el Cusco; y Ayaviri, en Puno.

Sin duda, Tafos representa la memoria y la mirada particular de un grupo de fotógrafos en un contexto histórico y específico del país. ¿En qué consistía el proyecto?

El proyecto Tafos implicó talleres realizados entre 1986 y 1998 en diversas regiones del país. Consistía básicamente en identificar a un grupo humano con una organización de base y, a partir de ello, organizar talleres para miembros que se comprometían a ser fotógrafos. Muchas veces, las fotografías no solamente abarcaban temas que estaban vinculados con la organización popular, sino también imágenes de la vida cotidiana, como del esparcimiento, fiestas religiosas, etc. 

¿Cómo se desarrollaban estos talleres y a qué respondían?

En Ocongate (Cusco) se origina el primer taller piloto a partir de que Condori, un ciudadano de la comunidad, solicita a Thomas Müller una cámara para fotografiar una alpaca que había sido exigida como un soborno para que un juez diera un veredicto a favor. Entonces Müller, que en ese momento se encontraba haciendo fotografías en la zona, le presta el equipo fotográfico. Y cuando Condori le devuelve la cámara, Thomas revela un imaginario, una visualidad que él no hubiera podido registrar. Los primeros talleres tenían como antecedente y como horizonte la no intervención en la mirada de los fotógrafos y las fotógrafas.

La latencia del archivo de imágenes de Tafos da cuenta de una riqueza que trasciende el hecho de que sea fotografía, entre comillas, popular, sino que da cuenta de fundamentos para hablar de una mirada nacional, de una mirada desde la estética, de la resiliencia o de la resistencia".

Mag. Ángel Colunge

Docente del Departamento de Comunicaciones,

Justamente, ¿cómo se realizaba en los talleres esta dinámica de no intervención en la mirada de los fotógrafos?

Había un representante de Tafos que les enseñaba a utilizar la cámara desde el punto de vista técnico, es decir, cómo cargar la película, cómo tomar la foto, cómo extraer la película, en muchos casos, cómo revelar también, pero no se hacía énfasis en temas como la construcción de una imagen, la composición en el sentido de las artes plásticas, sino más bien una conversación en conjunto entre los miembros de los talleres quienes decidían qué fotografiar, cuándo fotografiar, cómo fotografiar y en qué usar esas imágenes. En ese sentido, no se pretendía intervenir en lo que los fotógrafos decidieran fotografiar.

¿Cuál es la relevancia y vigencia de un proyecto como Tafos, que reúne el trabajo de fotógrafos de diferentes comunidades?

La latencia del archivo de imágenes de Tafos da cuenta de una riqueza que trasciende el hecho de que sea fotografía, entre comillas, popular, sino que da cuenta de fundamentos para hablar de una mirada nacional, de una mirada desde la estética, de la resiliencia o de la resistencia.

¿Cómo surge la idea de impulsar este fotolibro Tafos en formación?

La producción de un objeto de cultura material que pudiera, además, estar al alcance o encontrarse en un estadio en el que múltiples sectores de la sociedad pudieran tener acceso a eso, y no necesariamente a un paper en una revista académica, es una oportunidad que encontré cuando se abrió la convocatoria en la categoría de Investigación-creación, que es el espacio ideal. El fotolibro se sostiene como una manera no convencional de difundir la imagen fotográfica, porque además responde a los imperativos individuales de los autores. Hay un fuerte componente de autoría ahí. Está pensado como una serie de tres libros y, en este que es el primero, lo que nos interesaba era abordar la formación del proyecto Tafos.

¿Por qué abordar esta investigación desde el enfoque de la formación de los fotógrafos de Tafos?

Hay una especie de idealización de cómo se forma este proyecto. Thomas y Helga Müller llegan con una tecnología que no está al alcance de un grupo de personas. Creo que hay una exotización también de esa narración, pero es válida porque, digamos, es lo que ocurrió. Entregaron una cámara, tuvieron la idea de generar estos talleres, tuvieron el apoyo de organizaciones de base, etc. Y los fotógrafos de estas organizaciones tuvieron la oportunidad de hacer fotos, que no hubieran podido tenerlas de otro modo. Sin embargo, también creí que era importante recuperar el recuerdo de esa formación desde los fotógrafos y las fotógrafas. Esto creo que permite sumar alteridad o permite fortalecer la alteridad de la memoria de la formación del proyecto Tafos. Pero ahí el título juega un papel también, es también un recuento de esa formación, un recuento en el que yo participo porque no puedo alejarme de mi relación como investigador, de mi relación con las personas, como alguien que administra el archivo, y eso implica volver a utilizar las imágenes desde lo contemporáneo, reescribir desde lo contemporáneo. 

Con tantas miradas y perspectivas de fotógrafos reunidas a lo largo de 12 años, ¿cuáles fueron los mayores desafíos para desarrollar un proyecto como Tafos en formación?

Me parece que uno de los desafíos más importantes es la distancia física, pero también la distancia en términos de experiencia que había entre los fotógrafos. Llegar a consensos, sobre todo, articular un discurso que pueda no satisfacer, pero sí interpelar bajo los mismos criterios a todos. Tenemos fotógrafos de la Federación Unida de Campesinos del Alto Melgar, que tienen las cosas muy claras en términos políticos. Hay una distancia con, por ejemplo, las fotógrafas de El Agustino, en donde la imagen fotográfica responde también a un crecimiento personal e individual, a la opción de ingresar en un nuevo espacio en donde adquieren una nueva forma de expresarse. Entonces, ¿cómo hacemos para conciliar todo ello? Hay que encontrar en los discursos, hay que encontrar en las preguntas, en las entrevistas y, además, en la manera en la que seleccionan las imágenes, una narrativa y conexiones. Pero esa también es la gran ventaja, porque lo que pretendíamos era contribuir a la alteridad. Estas diferencias, y el marcar estas diferencias en el libro y las conexiones que hay son las que nos han permitido tener esta edición, una selección de imágenes, creo yo, muy rica y diversa.

¿Cuál es el valor del fotolibro como producto de investigación de Tafos?

Permite que personas interesadas en la fotografía participativa, que personas que buscan este tipo de creaciones colectivas, o impulsar creaciones colectivas, tengan un referente de cómo trabajar con las reescrituras, con las sistematizaciones y que puedan inscribirse también dentro del espacio del fotolibro de autor, sin la necesidad de ser autores de las imágenes. Permite que los curadores, que los comisarios, que los investigadores y que los historiadores tengan un enfoque alternativo al de sus disciplinas, que puede ser complementario.

 

La presentación del libro se realizó el 19 de marzo en el Lugar de la Memoria (LUM), y contó con la presencia del vicerrector de Investigación, el Dr. Aldo Panfichi, y con la participación de las fotógrafas del proyecto, Patricia Marín y Rosa Villafuerte.

Tafos evidenciaba aquello que pasaba en su sociedad. Y no eran tiempos fáciles, eran tiempos sumamente complejos, tan complejos como los que vivimos hoy en día. Lamentablemente, el uso de la cámara se ha vuelto tan cotidiano, tan liviano, tan poco serio, que no tiene el peso de cuando cogíamos la cámara y podíamos decir y evidenciar lo que estaba pasando en ese momento en nuestro entorno y en nuestra realidad. Hoy se requiere que la liviandad, la ligereza con que se toma un selfie, una foto o lo que fuera con el celular tenga contundencia. Nos estamos acostumbrando a una manera de ver el mundo".

Patricia Marín

Fotógrafa de Tafos

Tafos tiene que ver con nuestra propia evolución como personas, como activistas y reivindicación también de los valores que fuimos construyendo a lo largo de los vínculos que hicimos en la comunidad. Participar en la edición de este libro, en la selección de imágenes, en las propuestas que trajo Ángel al momento de hacer las entrevistas, fue como revivir lo que habíamos vivido hace tantos años, pero a la vez volver a conectar y darme cuenta de que con mucha gente no nos hemos desvinculado. Y eso es bueno, porque significa que, en todos esos procesos de lucha, de reivindicación barrial y colectiva, se han mantenido los vínculos".

Rosa Villafuerte

Fotógrafa de Tafos