Inicio: 14/08/2018
Fin: 25/09/2018
Ningún motivo ni aspiración es para el artista romántico más fuerte que la libertad en la creación. Por ello buscaron deliberadamente la asistematicidad, lo fragmentario, el sentimiento subjetivo y la exaltación de una sensibilidad ajena a todo control, especialmente el racional, pero igualmente el de las ataduras materiales que impedían al espíritu acceder a lo infinito, lo absoluto, lo indeterminado. En ello la música tenía un privilegio que bien pronto se hizo evidente. El poeta Novalis había dicho: “Buscamos por todas partes lo incondicionado y siempre sólo encontramos cosas” (Granos de polen, 1). La música, justamente, no era una “cosa”. Su inmaterialidad la hacía idónea para ahondar en los sentimientos más íntimos y elevar el espíritu hacia alturas que ningún otro arte podía pretender. Por ello, Arthur Schopenhauer decía que “la música, lejos de ser un mero recurso de la poesía, es un arte independiente y hasta el más poderoso de todos” (El mundo como voluntad y representación II). Y en su famosa reseña a la Quinta Sinfonía de Beethoven, E.T.A. Hoffmann escribió: “La música es la más romántica de todas las artes, porque tiene por objeto el infinito”. Así entendido, el Romanticismo no es meramente un período histórico posterior al clasicismo, sino, fundamentalmente, el carácter de toda música que aspira, mediante sus elementos sensibles, a la más plena liberación del espíritu humano.
No obstante, lejos de tratarse de una libertad idealizada, los músicos románticos eran plenamente conscientes de los problemas materiales que ella acarreaba. La pintura de Carl Spitzweg que hemos escogido como imagen de este ciclo de conferencias muestra ese aspecto. Los músicos anteriores a Beethoven estaban casi conminados a ser Kapellmeister, como Bach, Haydn o el conocido mas no tan bien ponderado Salieri, que no fue enemigo de Mozart, pero sí maestro de Beethoven. Esto ya no era una opción para los músicos románticos. Haydn se había desvinculado parcialmente de la corte de los Esterházy. Mozart fue más lejos al rechazar someterse al arzobispo de Salzburgo y buscar éxito en la ópera popular, aunque aún era demasiado afín a la corte ilustrada. Como es sabido, Beethoven fue en cambio un ferviente entusiasta del republicanismo que llegaba de Francia, al punto que se decepcionó profundamente de Napoleón cuando éste se hizo coronar emperador. Y, sin embargo, él nunca renunció al mecenazgo de aristócratas como el conde von Fries. Sería a partir de Schubert, el primero en negarse a tener mecenas fijo alguno, que los músicos románticos lograron su ansiada independencia, para vivir, aunque no siempre bien, pero exclusivamente de la venta de su música. El caprichoso favor del público y el tener que lidiar con meros comerciantes les eran asuntos preferibles a someterse a los deseos de un patrón o un mecenas. Harían falta todavía algunos años para tomar conciencia de que el mercado podía ser también un amo cruel, lo cual ocurriría recién con las vanguardias musicales de inicios del siglo XX, especialmente el atonalismo. Ahora bien, el Romanticismo tuvo aún un largo recorrido que, más allá de las alternativas o las pugnas (como aquella que dividía a brahmsianos y wagnerianos), y de la irrupción de las mencionadas vanguardias, refulgiría aún con músicos como Rachmaninoff, y trasladaría muchos de sus motivos y características a la música popular.
Podría parecer que, a estas alturas, ya todo debiera estar dicho respecto de la música y los músicos del Romanticismo. Ello, sin embargo, está lejos de ser cierto. Nuevas miradas se siguen abriendo en los últimos años, tanto desde la musicología y la teoría musical, como desde los estudios estéticos y culturales. En esta línea se inscribe el libro de Jan Swafford sobre Beethoven, que presentamos en Lima gracias a la editorial Acantilado y la distribuidora Heraldos Negros (Librería Sur). Incluso tratándose de una biografía, cuyo fin es eminentemente descriptivo, Swafford echa nuevas luces sobre el contexto y el carácter del genio de Bonn. Es pensando en esta apertura a nuevas lecturas que ofrecemos este ciclo de conferencias, esperando aportar al interés y a la reflexión sobre la música en nuestro medio.
- Fechas: 14, 21 y 28 de agosto; 4, 11 y 25 de septiembre
- Hora: 7:00 p.m.
- Lugar: Auditorio de Humanidades, campus PUCP
Programa
- 14 de agosto: Beethoven – Jan Swafford (Boston Conservatory), presentación de su libro Beethoven: Tormento y truinfo (Acantilado, 2017) [Videograbación]
- 21 de agosto: Schubert – Alonso Solano (Universidad Nacional de Música) [Videograbación]
- 28 de agosto: Schumann – Wilson Hidalgo (Universidad Nacional de Música) [Videograbación]
- 4 de septiembre: Chopin – Arturo Rivas (PUCP) [Videograbación]
- 11 de septiembre: Wagner – Carlos Pereyra (PUCP) [Videograbación]
- 25 de septiembre: Bruckner – Josimar Castilla (PUCP)