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[jul.-ago. 2017] Exposición: Aquel Brillo que no ves, de Martín Varela

Están invitados a la exposición pictórica de Martín Varela titulada «Aquel brillo que no ves» y curada por el doctor Julio del Valle, miembro del GAE.

  • Fechas: del 6 de julio al 12 de agosto
  • Horario: de lunes a sábado de 11:00 a.m. a 8 p.m. (ingreso libre)
  • Lugar: Galería del ICPNA de San Miguel (Av. La Marina 2469)

 

Texto curatorial de Julio del Valle

Martín Varela nace en Lima en el año del dragón de 1976 y, tal como la enorme serpiente alada, lo primero que despierta su obra es un cierto temor. Lo primero que se ven son las fauces del dragón, los enormes ojos abiertos y la lengua de fuego. Tal figura, sin embargo, es algo más que el miedo; es la solitaria estela de un escondido fulgor. La extrañeza está, sin duda, en nosotros, que somos ajenos y la costumbre, nuestro vicio.

El universo pictórico de Martín Varela (sus «gordos») va contra la costumbre y genera una impresión similar a la del dragón. La estética de la muestra bebe de la tradición grotesca, tiene a Francis Bacon como un referente y, pese a aparentes similitudes, está lejos, muy, muy lejos de Botero. No hay nada inflado aquí: los cuerpos tienen pliegues y no necesitan del rostro para expresar el gesto, que se abre paso en una tensión constante con los medios propios de la comunicación cotidiana, pero que parece cada vez interrumpida o distante: teléfonos y computadoras encendidas, cables y espejos cruzados y desafiantes. El gesto, sin embargo, es siempre calmo y tierno. Una resignada soledad o la expresión de un delicado sosiego. A veces, incluso, la expresión de una ya bien digerida derrota. Mas la tristeza es aparente y la ternura viene, además, de puntitas, en delicados equilibrios que desafían la gravedad y la luz. El universo de Varela es sombrío solo en apariencia y el manejo de la luz es uno de los más grandes logros pictóricos de esta muestra. Sin arrogancia y siempre al servicio de los personajes. Es una luz dramática, calculada y diestra. Martín Varela es un observador sensible y afín a los detalles menos cosméticos de la vida; tiene la mirada de quien irrumpe y se siente a gusto en la intimidad de los que no encajan y se sienten excluidos. Sabe, además, que no siempre es fácil habituarse; sabe que las fronteras son frágiles y que el riesgo de caer es alto. Fíjense en los delicados zapatos de los personajes; imaginen esos pasos en el mundo. Pregúntense: ¿dónde está su centro de gravedad? Vuelvan a mirar y respondan.

La exposición nos presenta una selección de obras en tonos oscuros y concentrados en dos ejes temáticos: figuras sin rostro de amplio volumen y celosías. La intención pictórica apunta, pese a la cromaticidad más bien oscura, el volumen pesado de las figuras y el entorno enrejado del paisaje, al brillo de los cuerpos, a la ligereza, a la anónima ternura de la gestualidad del cuerpo, a los espacios abiertos. No se fija, pues, la atención en las barreras, sino que ellas permiten enfocar con mayor luz el horizonte; son cuerpos robustos también, pero la atención no se centra en su gravidez o extrañeza, sino en la ligereza de sus movimientos, en la ternura de sus gestos.

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