2. “El sueño” (2012). Óleo sobre tela. 120 x 150 cm

La siesta de un fauno. Un joven durmiendo plácidamente sobre cartones en el cemento, la vereda de una calle frente a una pared de azulejos. De un lado, es posible encontrar un polo de significación que alude al contraste entre la pobreza material del joven – la camisa abierta que muestra un bividí negro, unos pantalones cortos, los pies sucios y descalzos – que yace durmiendo sobre unos cartones viejos en el suelo y a la intemperie y la riqueza a la que hacen referencias unos azulejos propios de las casonas que se construyeron tras la bonanza cauchera de inicios del siglo XX en Iquitos. Este polo de significación condensaría el contraste entre riqueza y explotación (de la naturaleza y las personas) anterior y pobreza actual; una implica a la otra, son caras de una misma moneda. Cabe resaltar, sin embargo, que esta noción de pobreza material se enuncia desde un punto de vista foráneo; pues el yacer sobre cartones en la calle es una práctica extendida en la tropical y amazónica ciudad y tiene más connotaciones de descanso matutino que de precariedad extrema.

De otro lado, hay otro polo de significados que hace referencia a la sensualidad del joven y de la escena. Un joven – de rostro delicado y piercing en la nariz – yace descansando – casi como una Olympia de Manet – plácida y bucólicamente en un paisaje urbano con la piernas abiertas con unos pantalones cortos que no disimulan su miembro viril erecto. El fondo de la fachada de una casona, con sus tonos rojos y rosados y líneas ondulantes, remite a imágenes de vaginas y manzanas mordidas; la fruta de la tentación carnal. Y los pies del joven asemejan pezuñas de cabra – como en el personaje mítico amazónico del chullachaqui –, las cuales remiten al fauno griego; ser lascivo que revela el porvenir por medio de voces que se oyen en sueños y que persigue a las ninfas a través del bosque. Un descanso que se convierte en un sueño lúbrico en el que aparecen vaginas, penes, cuerpos seductores – como el macho cabrío del chullachaqui—y cuerpos seducidos – como aquellos seducidos por un imaginado esplendor de la bonanza cauchera. Bonanza, miseria, lujuria, sensualidad y masculinidad viril de un fauno tropical; realidad y sueño, irrealidad; todas ellos elementos que componen las representaciones y las fantasías sobre Iquitos.