Inteligencia artificial en debate

El desarrollo de la inteligencia artificial avanza imparable. Por eso es necesario detenerse un momento a pensar cuáles son los beneficios y peligros que esta tecnología nos aportaría. De esa reflexión, depende nuestro futuro.

24/10/2017

El desarrollo de la inteligencia artificial avanza imparable. Por eso es necesario detenerse un momento a pensar cuáles son los beneficios y peligros que esta tecnología nos aportaría. De esa reflexión, depende nuestro futuro.

Mientras esperas que cargue la foto que subiste a Facebook, abres tu navegador de Internet para buscar información sobre el censo nacional. En segundos aparecen las noticias más destacadas de la jornada cívica del domingo 22 de octubre. De pronto, recuerdas que quieres explicar a tu amigo extranjero qué significa la frase ‘al toque’. Al teclearla en el traductor de Google, te da como respuesta ‘right now’. Cuando tu foto ya se ha subido a Facebook, notas que las personas que aparecen se han etiquetado automáticamente.

Estos procesos nos parecen tan cotidianos que no nos detenemos a pensar cómo es posible que el navegador sepa que hablamos del último censo –y no del de 1993 o uno realizado en otro país–, de qué forma una red social descifra quiénes aparecen en tu imagen o cuál es el método que usa el traductor para entender incluso las jergas. Quizás en unos 15 años no nos inmutaremos al ver autos que se manejan solos o diagnósticos médicos realizados en pocos segundos. Todos estos avances, los actuales y los que vendrán, se los debemos a la inteligencia artificial (IA), tecnología cuyo desarrollo es impulsado a gran velocidad y nos reportaría próximamente grandes beneficios, aunque también hay voces que alertan de sus potenciales peligros.

MÁQUINAS VS. HUMANOS. En su artículo “Computing Machinery and Intelligence”, publicado en 1950, Alan Turing se preguntaba si las máquinas podían pensar. Ese fue el primer trabajo que esbozaba qué era la inteligencia artificial, una tecnología que se ha explorado, con altibajos, desde la segunda mitad del siglo XX y que ahora se encuentra en pleno auge tanto científico como de inversiones.

El Dr. César Beltrán, coordinador del Grupo de Inteligencia Artificial–PUCP (IA–PUCP), define a la IA como “el desarrollo de algoritmos que buscan emular el comportamiento humano”. Por su parte, el ingeniero electrónico Jorge Benavides, docente del Departamento de Ingeniería y miembro del grupo IoT PUCP, acota que en círculos especializados se le llama machine learning, pues precisamente se trata de desarrollar técnicas que le permitan a las computadoras “aprender” a partir de la información que el humano le brinde. “Son algoritmos a los que se les entrena con un set gigantesco de datos para una tarea determinada”, explica.

A lo largo de su desarrollo, la inteligencia artificial ha pasado por muchos métodos. Uno de los principales es el de las redes neuronales y se caracteriza por simular un cerebro humano. Al comienzo constaba de una sola capa, pero luego se le añadieron varias –cada una con entrada y salida– y las entrelazaron.

Actualmente, la más utilizada, y que da mejores resultados, es el deep learning o aprendizaje profundo. Esta evolución de las redes neuronales se distingue no solo por albergar una cantidad de datos prácticamente infinitos, sino porque la información que una neurona aprendió puede transmitirse al resto.

“Los humanos solo vemos la capa inicial y final, y el resultado, no sabemos lo que pasa en el medio; pero sí podemos corregir los errores para que sea más eficiente el aprendizaje”, comenta la Mg. Ana Paula Galarreta, miembro de IA-PUCP. Ese desconocimiento de lo que sucede internamente ha ocasionado que algunos adviertan de los posibles peligros de la IA.

¿LA HUMANIDAD EN PELIGRO?

En 1984, el filme Terminator, dirigido por James Cameron, aterrorizó a los espectadores con un mundo apocalíptico donde las máquinas, al mando de la inteligencia artificial Skynet, esclavizaban a la humanidad. La ficción transcurría en el 2029, pero en la vida real hay especialistas que piensan que catástrofes similares podrían ocurrir incluso antes.

Uno de ellos es Elon Musk, el hombre detrás de PayPal y Tesla Motors, quien declaró que “hasta que la gente no vea a los robots matar personas en la calle, no entenderán los peligros de la inteligencia artificial”. Junto con 116 científicos y expertos–entre ellos Mustafa Suleyman, jefe de IA del sistema Google DeepMind– envió una petición a la ONU para pedir que se prohíba el desarrollo de esta tecnología con fines militares. Para el profesor Benavides, los comentarios de Musk son alarmistas, aunque coincide en algunos puntos: “La inteligencia artificial necesita cierto nivel de regularización”.

Según Stephen Hawking, el panorama es aún incierto: “El surgimiento de una poderosa inteligencia artificial será lo mejor o lo peor que le haya pasado a la humanidad, todavía no lo sabemos”, comentó recientemente. En el lado opuesto se encuentra Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, quien se encuentra convencido de que la inteligencia artificial ayudará a hacer un mundo mejor. Precisamente el director de investigación de IA de esta red social, Yann LeCun, afirmó en una entrevista para PuntoEdu en noviembre del año pasado: “Queremos lograr que las máquinas tengan sentido común”. De opinión similar es Demis Hassabis, CEO de Google DeepMind, quien comenta que, próximamente, esta tecnología “resolverá todo tipo de problemas apremiantes del mundo real”.

El factor que no se toma muy en cuenta es que si en un futuro se cumplieran estas amenazas, nosotros como civilización también habríamos avanzado. Por lo tanto, estaríamos mejor preparados para afrontarlas. Eso se explica en el artículo “The Seven Deadly Sins of AI Predictions”, publicado en el MIT Technology Review, donde se narra una contradictoria escena de El Hombre Bicentenario. En ella aparece un robot humanoide junto a un padre de familia que lee las noticias en un periódico de papel. “Ignoran el hecho de que cuando podamos, eventualmente, construir tales dispositivos inteligentes, el mundo habrá cambiado significativamente para entonces”, comenta el autor Rodney Brooks.

MÁQUINAS TRABAJADORAS

Los peligros que sí son más cercanos –e incluso ya estamos viviendo algunos de ellos– tienen que ver con los sesgos y prejuicios que la inteligencia artificial “aprende” de los humanos. Una prueba es lo que sucedió con Tay, el programa informático de IA que Microsoft liberó a inicios del año pasado para que aprenda mediante la interacción con usuarios de Twitter. En solo un día, Microsoft decidió, disculpas mediante, apagarlo pues el programa posteó “Hitler tenía razón. Odio a los judíos”.

De igual modo, sucedió con un software utilizado en un tribunal norteamericano. Según una investigación de la organización ProPublica, el sistema de IA Perfiles para la gestión de delincuentes correccionales con sanciones alternativas (Compas) clasificaba a los presos negros como muchos más propensos a ser reincidentes que los blancos. En ese sentido, el principal peligro es que se deje que la IA tome decisiones basadas en estos sesgos sin pasar por la supervisión humana.

Otro de los problemas que surgirá con el desarrollo de la inteligencia artificial es el reemplazo de las personas por las máquinas en el campo laboral. En el reporte El Futuro de los Empleos, elaborado por el Foro Económico Mundial, se indica que, para el 2020, los avances tecnológicos harán perder los empleos a 5, 1 millones de trabajadores alrededor del mundo. Aun más desolador es el panorama que augura el colaborador del MIT, el Dr. Amador Menéndez, quien señaló, en una entrevista a El País, que en esa prestigiosa universidad “llegamos a trabajar con escenarios en los que valoramos un 80% de desempleo mundial”. Al fenómeno ya le han empezado a llamar la Cuarta revolución industrial.

Todo apunta a que entraremos en una época de profundos cambios en el mundo laboral, en el cual las tareas mecánicas serán realizadas por las computadoras. El profesor Beltrán añade que esta tecnología realmente va a apoyar en el desarrollo humano, pues simplificará muchas tareas. “Como sociedad tenemos que pensar en dar una buena educación a los ciudadanos para que desempeñen otro tipo de trabajo”, añade.

La investigadora y miembro del Grupo de Inteligencia Artificial – PUCP, Dra. Analí Alfaro, sugiere: “Las personas desplazadas de sus empleos deben ser redirigidas a otras áreas, como programación y desarrollo de software”. Por otro lado, el docente Jorge Benavides considera que una solución idónea sería implementar la renta básica universal, que consiste en dar un sueldo a todas las personas solo por el hecho de ser ciudadanos. “Trabajaríamos en lo que nos gusta y no por necesidad de obtener dinero”, acota el profesor. Una forma de solventarla sería que las compañías paguen impuestos por cada robot que tengan, como si estos fueran trabajadores humanos. Aunque pueda parecer un escenario utópico, en un debate reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se admitió como una posibilidad frente a la futura incertidumbre laboral. A la delantera se encuentra Hawái, donde los legisladores han votado a favor de estudiar la implementación de la primera renta básica universal en Estados Unidos.

Otras profesiones no desaparecerán, más bien serán complementadas por la IA. Es el caso de los médicos, que dispondrán de softwares que les ayudarán con los diagnósticos, tal como ya ocurre en período de prueba con el sistema Watson de IBM. También los traductores, quienes se dedicarán a corregir y editar lo que el traductor automático les brinden. El campo de las humanidades también será beneficiado, como indica el director de estudios de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Dr. Miguel Rodríguez Mondoñedo: “Las humanidades digitales abren nuevas fronteras a la investigación humanística, así como a la articulación entre universidad y sociedad, pues constituyen una herramienta para conseguir información, analizarla, catalogarla y difundirla, de modos que no serían posibles con los instrumentos tradicionales”.

En los próximos años, la inteligencia artificial se usará tanto para tareas cotidianas como para salvar vidas. El profesor Benavides explica que sería de gran utilidad al medio ambiente: “Con suficiente data y algoritmos, se podrán resolver problemas de forma más eficiente, y optimizar el uso de energía eléctrica y natural”.

¿Cuál será el futuro de la inteligencia artificial? ¿Nos traerá más beneficios o desventajas? Las respuestas las viviremos en menos tiempo del esperado.